BALANCE SOCIAL EN LA EMPRESA. ¿Se puede cambiar el mundo?
Estamos acostumbrados a ver hordas de fans rodeando a estrellas del futbol, ¿alguien ha visto adular de esa forma a un cooperante, por ejemplo, de Médicos Sin Fronteras? Uno ofrece emociones a un precio desorbitado, el otro da vida a cambio de nada.
Si nos paramos un momento a pensar esto, seguramente veremos que no es lógico…
Con este título y esta entradilla queremos llamar la atención sobre un concepto que está muy olvidado en el mundo empresarial, a pesar de los esfuerzos de maquillaje que hacemos con la llamada Responsabilidad Social Corporativa (RSC), que en ocasiones es como ser un mal cristiano y confesarse. El Balance Social no se hace, se tiene o no se tiene. No se debe añadir al resultado de la empresa, debe estar en la empresa, desde su creación, en su ADN. Debe ser una de sus razones de existir. No podemos ver este compromiso de la misma forma que entendemos la obligación del depósito de cuentas en el Registro Mercantil. Esto tiene que estar en nuestra forma de entender la empresa. En su concepción como medio para cambiar las cosas en beneficio de todos.
Si sólo ponemos como objetivo nuclear del proyecto el rendimiento financiero y olvidamos la cara social, estamos eliminando la savia que dará vida a nuestra empresa a largo plazo. Hacer empresa es una forma poderosa de mejorar la sociedad.
Conseguir beneficios es muy importante para los proyectos, vital para la supervivencia de cualquier empresa. Elegir una actividad que nos permita alcanzar altos niveles de retorno económico es un requisito fundamental. Pero no olvidemos que, a largo plazo, es mucho más importante el “alma” de la empresa. Ser una empresa feliz. Un proyecto basado en lo mejor que encontremos en nosotros mismos y que consigamos transmitirlo a los demás, es un proyecto duradero. Que si cae, vuelve a surgir, que estará con nosotros siempre, y siempre se pondrá en pie. Si esto se cumple, el rendimiento económico llega, y seguro que lo hace con fuerza para quedarse tiempo.
Pensemos en lo que mantendrá a largo plazo nuestra empresa, ¿el retorno que entregamos a los inversores o el beneficio que aporta a la sociedad en su conjunto y su capacidad de cambiarla para hacerla mejor? Y esto vale para cualquier negocio o sector de actividad. Estamos ante lo efímero o lo duradero.
Cuando busquemos negocios, conviene preguntarnos, qué aportaremos al entorno, y no vale conformarse con dar beneficios y que otros, con nuestros impuestos se ocupen del resto. Eso es cobarde y ayuda poco a que hagamos una sociedad mejor. Tenemos que concebir nuestra empresa con objetivos para el conjunto de la sociedad, empezando por hacernos mejores a nosotros mismos cada día. En cierto modo es muy fácil, basta con incluir entre los objetivos fundamentales de la empresa temas como la conciliación, tolerancia, ética, compañerismo, educación, respecto, alegría de ir a trabajar, ilusiones, cuidado del entorno, mejora del medioambiente, etc. Definir estos objetivos y revisar periódicamente su nivel de cumplimiento haciendo un balance de lo conseguido, es una buena forma de empezar.
Seguiremos viendo cómo hacer ese balance en próximos posts. En IPF Consulting prestamos mucha atención a cómo gestionar nuestros activos siendo expertos en Consultoría Estratégica.